A lo largo de los últimos años, el estudio de los genes ha cobrado mucha importancia en muchos aspectos (como en el caso de cura de enfermedades, el estudio sobre nuestros antepasados, la relación que podemos tener con animales, e incluso, en relación con el aspecto físico de las personas). La pregunta de “¿Somos lo que comemos?” la hemos escuchado alguna vez y siempre ha sido en relación con los hábitos alimenticios de las personas y de su peso corporal. Además, durante algún tiempo, se ha creído que esos malos hábitos alimenticios se podían contrarrestar con un poco de ejercicio y que no afectarían más que en cuanto nos marca la báscula o si nos valen los pantalones vaqueros del año pasado. Pero nada más lejos de la realidad. La nutrigenética es una ciencia que ha aparecido durante el siglo XXI y que estudia la relación de los genes con la nutrición y el desarrollo de enfermedades asociadas a dicha expresión. La nutrigenética ofrece la posibilidad de que mediante una dieta personalizada para cada persona se evitaría o retrasaría la aparición de ciertas enfermedades asociadas a los genes. Su mayor representante y, podríamos decir que el “padre” de esta ciencia, José María Ordovas, un español residente en Boston, afirma en sus estudios de esta ciencia que nuestro destino no tiene porque ser el escrito en nuestros genes y que mediante una serie de hábitos saludables podemos modificar nuestro “destino genético”.
Esta ciencia se basa en las mutaciones que sufren nuestros genes. Estas mutaciones son consecuencia de la adaptación de la especie al entorno, y como parte de ese entorno, las variaciones en la dieta. El entorno puede afectar a nuestro genoma a través del llamado epigenoma, que son una serie de diminutas etiquetas químicas que se pegan o se despegan del ADN y activan o desactivan los genes, y que pueden estar influenciadas por cosas de nuestro entorno como pueden ser el clima, la dieta, las horas de sueños, las emociones… Por ejemplo, se ha observado que en crías nacidas de madres alcohólicas o fumadoras o por la falta de cariño, pueden sufrir problemas físicos que son debidos a cambios epigeneticos.
Estos problemas se han estudiado en núcleos de población como por ejemplo en la hambruna holandesa en el invierno de 1944. Las calorías que recibía la población cayeron de 2000 (las que necesitamos) a 600. Murieron muchas personas, pero hace unos años se observó una ola inexplicable de enfermedades cardiovasculares, obesidad, esquizofrenia, diabetes… Esta ola de enfermedades pertenece a la generación que fue concebida durante esta hambruna, cuando las madres sufrieron cambios en su genoma debido a la falta de calorías. En estos individuos, se observo que sus genes eran diferentes en comparación con otras personas que fueron concebidos antes de aquella hambruna. Este tipo de influencia del entorno en los genes también ocurre hoy en día, como sucede a muchos inmigrantes. Por ejemplo, un inmigrante de América del Sur, que vive a 25 o 30 grados de media, en un ambiente familiar y conocido, con una dieta rica en alimentos frescos que emigra a una ciudad del centro o del norte de Europa, donde anochece muy temprano, las temperaturas son muy bajas y apenas hay vida en la calle, sufre alto riesgo de padecer obesidad, diabetes u otros tipos de enfermedades relacionados con los genes.
La nutrigenética no es una ciencia que se pueda estudiar en un laboratorio, en un ambiente ideal y controlado, ya que al pasar las conclusiones sacadas en este ambiente, al individuo, los resultados pueden variar. Esto se debe, a que en el laboratorio no se ha tenido en cuenta a la persona concreta, a su educación, sus relaciones, sus emociones… Sin embargo, con la investigación en este campo se pueden evitar muchos tipos de enfermedades, puede indicarte que actividades físicas son las más recomendadas para tu cuerpo, puede prevenir las variaciones que se pueden producen en tu cuerpo debido a la dieta, etc. A la famosa pregunta antes realizada de “¿Somos lo que comemos?” hay que añadirle un pequeño matiz “¿Seremos lo que comemos?”
Por último, quiero añadir una nota de observación a los lectores de este articulo de que este español, José María Ordovas es uno de los nutricionistas más prestigiosos del mundo salió de España para estudiar en Boston donde alcanzó el prestigio siendo director del laboratorio de nutrición y genómica de la universidad de Tufts (EEUU), uno de los centros más prestigiosos de nutricion. Gracias al trabajo de investigadores españoles, en muchas ocasiones fuera de nuestras fronteras, demostramos al mundo que en España también hay buenos investigadores solo que necesitamos un poco de ayuda por parte de ciertas autoridades.